Resumen del caso
El paciente acudió a un hospital granadino presentando agudos dolores en la zona genital, acompañado de sintomatología que podría indicar la existencia de una torsión. En una primera observación médica, se concluyó que se trataba de una “sospecha de epididimitis”, prescribiendo para ello Amoxicilina e Ibuprofeno, así como la realización de una ecografía al día siguiente. Después de realizar dicha prueba, se apuntó a la torsión como una posible causa de la afectación. No obstante, no fue hasta el día siguiente, cuando un médico especialista en urología visitó al enfermo, cuando la sospecha inicial se confirmó.
Se emitió así un juicio diagnóstico tardío, que obligó finalmente al paciente a someterse a una cirugía para extirpar el testículo que se encontraba definitivamente dañado por una mala praxis médica que podía haberse evitado.
Qué es una torsión testicular
La torsión testicular se produce cuando el cordón espermático se tuerce, interrumpiendo el flujo sanguíneo hacia el testículo afectado. Sus síntomas pueden variar, pero en estos casos suele presentarse dolor intenso en el escroto o en uno de los testículos, que puede estar acompañado de inflamación, así como de náuseas y vómitos. La torsión puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común en la adolescencia.
Debe tenerse en cuenta a la hora de valorar la atención prestada al paciente, que se trata de una emergencia médica que requiere atención quirúrgica inmediata, ya que la falta de irrigación sanguínea puede provocar daño testicular permanente si no se trata rápidamente. En los casos en que se actúa demasiado tarde, suele ser necesario extirpar el testículo dañado.
A pesar de ello, los casos de retraso en el tratamiento debido a una confusión diagnóstica con otras patologías, son desgraciadamente muy habituales.
Acuerdo extrajudicial
El acuerdo extrajudicial alcanzado por el despacho Castillo-Calvin Abogados con la aseguradora del hospital de Granada responsable de esta negligencia médica indemniza al paciente con 46.200 €, al reconocer que el retraso diagnóstico de la torsión, que no pudo ser tratada a tiempo, provocó el daño irrecuperable del órgano afectado, que debió ser extirpado.